miércoles, 4 de junio de 2014

El final del camino

Hace un año lo advertí: este blog tiene fecha de caducidad. No exactamente. Seguirá estando aquí, para quien quiera verlo, leerlo, comentarlo, compartirlo...
Ésta será la última entrada. Si acaso más extensa que el resto, pero la última publicación, al fin y al cabo.

El año que cumplí 41 podría haber sido muy especial. Ha sido especial. El "muy" se quedó por el camino: perdí la ilusión por publicar y por tomar fotos cada día; perdí la ilusión por mi pareja; perdí la ilusión por la gente, en general, y por algunas personas, en particular; perdí la esperanza de ser padre algún día; perdí la sonrisa que me acompañaba cada día, a todas horas, por teléfono, en persona... La perdí; perdí el ritmo y las ganas de hacer deporte; deje de lado el gimnasio que aún pago; perdí la ilusión de cambiar de coche, porque era un coche para dos con pretensiones de más; pedí la ilusión de ver a sus padres como míos, de cuidar de ellos porque los míos están lejos; perdí la música, los libros, las ganas de estudiar, la fe en el cariño y el respeto, la confianza, el sueño, los sueños, las ganas de hablar, las ganas de saber, la curiosidad...
¿Perdí el tiempo? Quiero pensar que no. Quiero creer que todo sucede con motivo, que nada ocurre por pura banalidad, pero me cuesta.

He caminado estos trescientos sesenta y cinco días con la esperanza puesta en llegar a los 42 cambiado, siendo mejor persona y sintiéndome mejor. No creo haberlo logrado.
Ahora toca andar otro camino, fijar otros objetivos, alcanzar otras metas... Y superar la sensación de fracaso que me asalta de vez en cuando.

Tal vez estoy en la mitad del camino. Quiero creerme que lo estoy. 42 es un buen ecuador. Ahora queda calzarse unos buenos zapatos y afrontar los próximos trescientos sesenta y cinco días con todo el optimismo que sea capaz de reunir. Con ánimo. Creyendo en mi, por encima de todas las cosas.

Tal vez haya un cuarentaydosfotoblog...

¡Salud!

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