Esa esponja ajada y raída por el uso, durante los últimos tres años, ha escuchado de mis labios cientos de conversaciones, me ha acompañado en breves y largos periplos por carreteras de éste y del país vecino, ha sentido el frío en mi boca y el sudor de mi cara en los calurosos veranos sobre el asfalto, ha conocido lo mejor de mi, mis risas y mi felicidad, pero también mis malhumoradas y desdeñosas réplicas, dentro de ese casco que aún me acompaña unos días más...
Esa esponja no es más que una chorrada, un trozo de espuma industrial que protege el micro del intercomunicador de mi casco. Según se cuente puede resultar banal o apasionante... Tú mismo.
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