Estos peluches, supervivientes que emergieron de entre las aguas del sótano anegado, ofrecían en cierto momento de la tarde esta curiosa estampa, iluminados por los rayos de sol que, a hurtadillas, se colaban entre los barrotes y cristales rotos del malogrado ventanuco.
Si pudieran hablar... ¡Saldríamos corriendo!
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